SANTI NAVARRO (NO BANDA y ZONA JOSO)

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-Texto sobre Santi para la revista del Saló del cómic de BCN-Mayo 2010.

AND WE CAN´T BUILD OUR DREAMS ON SUSPICIOUS MINDS

A finales de agosto de 2009, los amigos y familiares de Santiago Navarro Carretero nos despedimos de él a ritmo de Elvis. Tenía 36 años recién cumplidos.

Santi fue un enamorado del noveno arte y confiaba plenamente en la historieta como medio de expresión. Ello le condujo a crear el sello Kaleidoscope, en 1995, con el que publicó más de 90 números dedicados a promover, descubrir y difundir la obra de autores españoles y extranjeros: leyendas del cómic como George Perez, Steve Rude o Kevin Nowlan, a quienes conoció; o autores españoles como Carlos Pacheco, Enrique Corominas, Roger Ibáñez, Daniel Acuña, Víctor Ibáñez y muchos otros. Más tarde creó el sello Nobanda para continuar con nuevos aires la labor comenzada una década antes. Su ojo para detectar y alimentar el talento precoz era realmente prodigioso.

La cabeza de Santi bullía de historias como jamás he visto en ningún otro autor. Para él, pensar una idea y llevarla a cabo significaba la misma cosa: no era de los que hibernan en casa barajando mil opciones y menos de los que se ponen a llorar ante la negativa de un editor. Si tenía una buena historia entre manos, buscaba el dinero de debajo de las piedras y la editaba. En los últimos años enfocó sus esfuerzos en guionizar y editar diversos tomos junto a docenas de dibujantes de su querida Escola Joso. El primero fue Lovexpress, seguido del fantástico Ellas son únicas, primera antología de historietas dibujadas totalmente por chicas. Ayudó a su amigo Man a redondear el álbum MIA (Dargaud/Glénat) y escribió Miga (Bang Ediciones) para Alex Fuentes. En breve podremos deleitarnos con las historias cortas de El vendedor de humo, editado por la mujer de Santi, Inma, su luz, su principal motivo para levantarse cada mañana.

No nos engañemos, nadie volverá a mirarnos como él lo hacía, con esa mezcla de alegría por vivir y la tristeza de quien se sabe prematuramente descalificado en su carrera contra el tiempo. Pero Santi no marchó sin despedirse; nos deja un buen puñado de cómics, un corazón que apenas cabía en sus dos metros de altura, consejos sobre el esfuerzo y el trabajo como valor para conseguir los objetivos que te propongas, dibujos de sus gatos, abrazos, besos, fotos retocadas, estrambóticas teorías lanzadas durante esas comidas frikis que tanta energía le daban, su sonrisa de dientes separados, la amistad sincera que siempre nos brindó y amor, mucho amor. Como una vez dijo y se empeñaba en demostrar: Sin comunicación no hay amor.

Raule & friends

Blog sobre Santi: http://santinavarrocarretero.blogspot.com/


*Texto para el nuevo ZONA JOSO

Santiago Navarro Carretero.

Desde el momento en que Josep Mª Polls me pidió que escribiera estas líneas, supe que sólo podía empezar mi texto de una manera: Santi.

Él fue el padre del invento, él vislumbró el potencial de los jóvenes autores de cómic que estudiaban en la Escola Joso y se le ocurrió juntar a los más talentosos bajo una misma publicación. Fue en el verano de 2006, bajo su sello Nobanda, aunque no sería hasta el tercer número que acuñó el término Zona Joso (mayo de 2008). Editar material de auténticos desconocidos era comercialmente un suicidio, pero eso nunca le importó. Le gustaba lo que dibujaban aquellos chicos y les ofreció la oportunidad de publicar por primera vez. ¿Quién no agradece un pequeño empujón cuando estás empezando y piensas que lo que haces no le importa un pimiento a nadie? A Santi le importaba. Con vistas a lograr un producto interesante para el mayor número posible de lectores, tiró de amigos e intercaló en la misma revista material inédito de autores consagrados. Fueron cuatro volúmenes que cualquier lector o estudioso de la historieta debería atesorar en sus estanterías.

Tras la muerte de Santi el agosto pasado a los 36 años, la Escola Joso puso en marcha la maquinaria que ha hecho posible este libro. Muchos de los autores participantes se han forjado entre las cuatro paredes de sus distintas sedes, o actualmente están estudiando, o ejercen de profesores. 28 años enseñando los entresijos del noveno arte, 28 años de éxitos, reflejados en infinidad de concursos ganados, exposiciones, álbumes publicados y el reconocimiento como el mayor centro especializado en enseñanza de cómic de Europa.
Quienes hemos estudiado en la Joso nos sentimos un poco familia. Todos atesoramos mil anécdotas sobre los profesores, historias que van pasando de un curso a otro, risas en el stand del Salón del cómic de Barcelona, los inolvidables viajes a Angoulême… Una familia a la que uno se siente orgulloso de pertenecer.

Zona Joso es el mejor catálogo posible sobre nuevos autores; una potente idea que Santi supo entrever y llevar a cabo con mucho esfuerzo y poco dinero. Pero, por desgracia, él ya no está entre nosotros y la Escola Joso ha tenido a bien recoger su testigo. Era casi una obligación para ellos y han sabido estar a la altura de las circunstancias. Obviamente, esta publicación ya no será la misma sin Santi. Echaremos de menos su peculiar modo de maquetar, sus faltas ortográficas y su algo caótica mezcla de contenidos; pero, a pesar de su estilo inimitable, doy fe de que el nuevo Zona Joso mantiene intacto su espíritu.

Al igual que Inma, su mujer, también Santi estaría orgulloso de ver que su barco vuelve a hacerse a la mar.

A él van dedicadas todas y cada una de las páginas de este libro.

Raule





ES DE CAJÓN

Salen aturdidos de la consulta, borrachos de certezas.

Ha sido la media hora más larga de sus treinta y pocos años, un pedazo de eternidad difícil de digerir. En el mismo instante de cruzar la puerta de la clínica, el peor de los presentimientos se abalanzó sobre su desvalida esperanza. El doctor (cuyas sienes plateadas siempre le hacen pensar en Reed Richards, el líder de los 4 Fantásticos) intentó en vano disfrazar el desconsuelo de su mirada con un amago de sonrisa. Mientras le estrechaba la mano, sintió su corazón desinflarse como un neumático pinchado. Antes de que el doctor comenzara a hablar, ya sabía lo que iba a decirle. Miró de reojo a su novia y ella le estaba mirando. También lo sabía. No hay parches para este tipo de reventones.
El doctor habló y habló: de diagnósticos, terapias, estadísticas y nuevos medicamentos, pero él ya no escuchaba. Las placas tectónicas de sus pensamientos se deslizaban de forma imperceptible, sobreponiéndose unas con otras, buscando una nueva posición para los próximos mil años. ¿Mil años?

Su chica ha llamado pidiendo un taxi, pero él prefiere volver a casa andando. Ninguno se siente con ganas de volver a llamar para anular el servicio, así que comienzan a caminar con cierto apremio, como quien huye del escenario del crimen.

Recuerda el primer día que notó aquel fuerte dolor en un costado. Era un dolor diferente a cualquier otro que hubiera notado jamás. No más intenso, ni duradero, sólo diferente. El pinchazo desapareció, pero no el desasosiego que le produjo y que le ha acompañado hasta el día de hoy.
Una anciana, algo encorvada y de larga cabellera gris, pasa por en medio de la pareja, obligándolos a echarse a un lado. Él la mira en el momento justo de cruzarse y ésta levanta la cabeza devolviéndole la mirada. No está seguro, pero juraría que la anciana le ha sonreído -¿también lo sabrá?-.
Casi inevitablemente, le viene a la cabeza su abuelo Manuel, un antiguo capitán republicano al que la vida le salía por las orejas. Desde su silla de ruedas -su trono lo llamaba él- no se cansaba de repetir que las personas habíamos nacido para morir y que uno siempre debía tener la maleta preparada; es de cajón - decía el viejo capitán al final de todas sus frases-, es de cajón.

La chica no abre la boca. Piensa mil frases de ánimo, un comentario gracioso que rompa este silencio angustioso que los sobrevuela. Como una súplica atendida, es él quien de repente propone tomar algo en un pequeño bar que hay al otro lado de la calle.
El lugar es cutre, pero no les importa. Se sientan en una pequeña mesa para dos, uno frente al otro, muy próximos. Un tipo vestido con un chándal del Betis se deja el sueldo en la tragaperras y maldice a todos sus muertos, habidos y por haber, cuando le sale una mala jugada. Él pide un botellín de agua y ella un café con hielo. Ni siquiera la bronca de una pareja adolescente al fondo del bar le distrae de pensar en su nueva realidad (en otras circunstancias, habría tomado nota mental de la discusión como documentación para sus guiones de cómic).
Al igual que casi todo el mundo, ha sufrido la desaparición de algunos familiares y amigos, unos por ley de vida, otros por accidente de coche; pero ninguno por la misma mierda que le devora por dentro. Desde siempre ha vivido la muerte con naturalidad, asumiéndola: “Llegará cuando tenga que llegar y hay que estar preparado anímicamente para ello”.

Un 10 en teoría. Enhorabuena. Pero…
¿Qué pasa cuando la dama de la guadaña llama de verdad a TU puerta?
¿Sacas pecho y le plantas cara?
¿Le dices que se ha equivocado de piso y que le pregunte al vecino de al lado?
¿Corres a esconderte bajo la cama?
¿Qué harás ahora, eh?
¿Qué harás?

- ¿Perdón?

- Te pregunto que qué harás con el trabajo –dice ella, mientras vierte el café en el vaso con los cubitos-.

- No lo sé. Rechazarlo, supongo… No estaría bien incorporarme a un nuevo trabajo y luego coger la baja cada dos por tres a causa de la “quimio”.

La pareja adolescente del fondo ha hecho las paces y ahora se deshacen en besitos sonoros y arrumacos. El tipo de la tragaperras empieza a tener más maldiciones que dinero.

- Esto no tiene por qué cambiar nada, cariño…

- Esto lo cambia todo -responde él-.

Ella agacha la cabeza y hace lo imposible por no empezar a llorar. Se ve a sí misma desde fuera, como si contemplara una escena de teatro, pálida, inmóvil, tan patética. El gesto de coger su bebida aliviaría algo la tensión del momento, pero el nudo que tiene en la garganta le impide echar un trago.

- Hazte a la idea. Nada volverá a ser lo mismo.

Una sola lágrima cae en el vaso de café y se diluye sobre uno de los cubitos. Él le pone el dedo índice bajo la barbilla y le levanta la cabeza. Las miradas de ambos se encuentran. Él le coge la mano y sonríe con confianza y una secreta dicha. A ella le asombra y reconforta a la vez esa ausencia de temor o tristeza. Él entorna los ojos adoptando cierto aire misterioso y se acerca bastante al rostro de ella, dispuesto a decirle algo.

- A partir de ahora… vamos a gastarnos mucha pasta en gorras.

Ella se queda en suspenso, como dudando de haberle entendido bien.

- ¿Tú crees que hay perchas para gorras? Tiene que haberlas.

Ambos estallan en carcajadas. Toda la clientela del bar los mira, incluso el tipo de la tragaperras. Los adolescentes del fondo, viendo interrumpido su ritual de cortejo y apareamiento, pagan sus refrescos y se largan medio ofendidos.

- Si hay perchas para pajaritas y sombreros tiroleses, también las habrá para gorras, digo yo. Es de cajón –dice ella llorando de risa-.

- Es de cajón – responde él, sin soltarle la mano-, es de cajón.

Raule





-Texto para ELLAS SON ÚNICAS, editado por Santi Navarro (NO BANDA y ESCOLA JOSO, en Barcelona, mayo de 2009). El álbum esta dibujado enteramente por mujeres.



No hay duda de que es un buen título para un libro, pero hablar de autoras de tebeos hispanas y decir que “Ellas son únicas” resulta bastante obvio. Por desgracia, el mundo de la historieta siempre ha sido territorio masculino en cuanto a creación y lectura. Claro que existen honrosas excepciones, amén de la irrupción del manga, que tantas lectoras y artistas está creando, pero no bastan para proclamar una deseada igualdad de sexos en el noveno arte.

En este país contamos con excepcionales autoras de cómic que publican aquí y en el resto de Europa y Estados Unidos. Artistas superventas de renombre como Purita Campos, Ana Miralles, Laura o Ana Juan; otras que ya pisan fuerte y reciben atención mediática y premios por doquier como Sonia Pulido, Teresa Valero, Raquel Alzate o Sandra Uve; y algunas que llevan años trabajando duro y empiezan a recoger el fruto de tanto esfuerzo: Emma Ríos, Montse Martín, Diana Fernández y Aurora García (Studio Kôsen), Meritxell Ribas, Janina Görrissen y muchísimas más.

Pues a partir de ahora, gracias a la original iniciativa de Santi Navarro, habrá que añadir en esta corta pero excelsa lista de autoras a algunas de las chicas de “Ellas son únicas”. Digo algunas porque no todas se dedicarán a las viñetas; la mayoría acabarán haciendo diseño, animación, publicidad o ilustración, ocupaciones más rentables y agradecidas. Pero estaremos esperando con los brazos abiertos a las que estén tan locas como para querer hacer tebeos y vivir de ello.

Santi se puso en contacto con ellas, utilizó sus ladinas artes de seducción y les proporcionó pequeñas píldoras en forma de historietas cortas. El resultado de esta colaboración sorprenderá incluso al lector más resabiado y de vuelta de todo. Uno no sale de su asombro cuando se entera de que casi ninguna de las dibujantes aquí incluidas había hecho cómic con anterioridad.

El libro que sujetas en las manos es el resultado de un proceso tan agotador como estimulante. Por lo insólito de la propuesta y por la calidad del arte que atesora en su interior, este tebeo es un ACONTECIMIENTO SIN PRECEDENTES, así con mayúsculas.

RAULE (Guionista de “Jazz Maynard”)






-Prólogo para RED ART (libro escrito por Santiago Navarro e ilustrado por Mayka Dengrá. Formato Pulp. 60 paginas. Barcelona, febrero de 2009.



EL ARTE SOBRE TODAS LAS COSAS

Este relato que tienes en las manos es el más largo que ha escrito Santi Navarro hasta la fecha; y el mejor, sin duda. El autor me explicó que un buen día le vino la historia a la cabeza, así, de sopetón, sin avisar, como suele ocurrir, y sintió la necesidad inmediata de escupirla. No me cuesta imaginarlo ante la pantalla del ordenador, tecleando como un poseso, temeroso de olvidar aquello que en su mente resultaba tan nítido; ideas saltando como escurridizas truchas y Santi soltando zarpazos a diestro y siniestro a fin de atrapar las máximas posibles.

Sin embargo, una vez la historia ha dado a luz, Santi se desentiende de su criatura. Con el paso de los años, Inma (su mujer) y amigos le hemos hecho entender que esa historia que ha parido requiere de ciertos cuidados hasta que sea mayor y pueda valerse por sí misma. A regañadientes, Santi acepta que revisemos sus textos y sugiramos algunos cambios de sintaxis y ortografía; aunque en el fondo le importa un pimiento lo que hagamos, tal es su confianza en la fuerza del texto primigenio, en las ideas y sentimientos vertidos. Y doy fe de que contagia esa confianza en sus ficciones. Red Art es buena prueba de ello.

Sin resultar autobiográfico, hay mucho del autor en esta narración, más que en ninguna otra obra suya. Los hospitales que -por desgracia- tan bien conoce, la ausencia de la figura materna, el “Amor” todopoderoso como tabla de salvación y motor de la historia, las múltiples referencias fílmicas utilizadas a la hora de ponerse a escribir… todo ello al servicio de una imaginativa y triste historia que no dejará indiferente a nadie.

Mención aparte merecen los dibujos de Maika Dengrá. Su arte, etéreo e indeleble a la vez, es un apoyo perfecto para el relato. El trazo y el color utilizados por esta joven ilustradora parecen cargados del mismo sentimiento que destilan las palabras de Santi. Una colaboración del todo acertada y justificada.

El arte sobre todas las cosas, y si está cargado de auténtico amor, por encima incluso de la mismísima muerte. De esto y mucho más nos habla Red Art. Abre los sentidos y déjate llevar.

Raule, guionista de Jazz Maynard (Dargaud/Diábolo)





-Texto: LE PETIT MERCREDI para el ZONA JOSO Volumen III (editado por Santi Navarro (NO BANDA y ESCOLA JOSO, Barcelona, mayo de 2008).



¿Quién asistirá esta semana? ¿Seremos quince o tan sólo cuatro gatos? ¿Traerán páginas de sus nuevos proyectos? ¿Les parecerá “No es país para viejos” tan sobrevalorada y hueca como a mí? ¿Por qué Adam Hughes se ha amancebado? ¿Cómo jugar a la Guitar Hero y no morir de risa en el intento? ¿Qué relación existe entre “Sonrisas y lágrimas” y el porno duro alemán? ¿Coleccionar originales de Rob Liefeld debería estar contemplado en el código penal? ¿Es menos artista quien dibuja directamente con la Wacon que el artesano de lápiz y tinta de toda la vida? ¿Comprarás el último trabajo de Metallica o rezas a diario para que tengan un accidente mortal de avión antes de que lo acaben de grabar? ...

Lo reconozco, ya no puedo vivir sin las “comidas frikis” de los miércoles. Necesito ese peregrinaje al “Petit Xaica” (C/Jovellanos, 7) casi como el respirar. Me he vuelto adicto al plato combinado nº 3 inyectado en vena (algún día me atreveré con la calzone tamaño vaina de “La invasión de los ladrones de cuerpos”).
Es un placer y un privilegio compartir mesa con tan buena gente y descubrir nuevos amigos y amigas, hablar de tú a tú con artistas a los que siempre habías admirado y sólo conocías por su obra. No es requisito imprescindible el ser autor de cómics para asistir a estas comidas, faltaría más, así lo demuestran los muchos estudiantes, publicistas, pedagogos y gogós (¡ojalá!) que se pasan por el acogedor local situado entre C/Pelayo y Tallers.

Este tipo de encuentros se hacían normalmente las mañanas de domingo en el Mercat de Sant Antoni (y aún cae alguno muy de vez en cuando), pero hace ya más de un lustro que optamos por quedar un día entre semana “para hablar de temas serios”. Roger Ibáñez, Albert García (guionista de “Cercanías” y “A reventar” junto a Quim Bou, Ediciones La Cúpula) y el que firma esto, comenzamos a reunirnos con la única intención de elaborar proyectos conjuntos. Queríamos unir nuestras “mentes maravillosas” y crear cómics, camisetas, posavasos, lo que fuera; incluso teníamos un nombre: Colectivo RAR, y un logo, un pequeño lápiz cuya cabeza tenía un cerebrito en lugar de goma de borrar.
Diferentes motivos nos apartaron de aquella prometedora idea inicial, más gente se fue uniendo al grupo y cambiamos varias veces de lugar de encuentro (el “Bocata” de C/ Santa Anna, el “Viena” de C/ Pelayo, el “Sitges” de C/ Sitges y de ahí a nuestra definitiva ubicación en el “Petit Xaica”).

Como comprenderéis, me resulta imposible nombrar a toda la gente que acude a esta comida o ha asistido en alguna ocasión. También son muchos a los que he arrastrado hasta el Petit Xaica para que coman al menos una vez en su vida en nuestro divino santuario -los editores de Dargaud Benelux, sin ir más lejos, que se metieron una fabulosa paella entre pecho y espalda (para los malpensados: Ni tengo acciones del restaurante, ni me hacen descuento de ningún tipo).

Algunos queridos “frikis” dejaron de venir, otros aparecen muy de vez en cuando, la mayoría repite, pero a todos nos une un mismo sentimiento:
El ánimo de pasar un buen rato entre amiguetes.

RAULE





-Breve texto para LOVEXPRESS, sin comunicación no hay amor. Edición limitada de 500 ejemplares editada por Santi Navarro (NO BANDA y ESCOLA JOSO, Barcelona, noviembre de 2007).



De un autor honesto se espera que vierta el alma en cada obra. En el caso de Lovexpress, doy fe de que así ha sido.
Santi Navarro tiene tantos o más motivos que cualquiera de nosotros para sentir odio, indignación, rabia; sin embargo, ha elegido hablarnos de amor. Sin amor no hay comunicación. Ese gesto le honra y nos pone en evidencia a partes iguales.
Agradezcamos su titánico esfuerzo leyéndolo como se merece. El amor tiene muchas aristas y él las ha afilado para que nos pinchemos con ellas, para que reaccionemos de una vez por todas.
En las historias de este álbum no importa qué sucede, ni quiénes son sus protagonistas: Es Santi Navarro quien nos habla.

Escuchemos lo que tiene que decirnos.

Raule





-Texto + prólogos para cuatro dibujantes excelentes en el ESPECIAL JOSO Volumen 2 (NOBANDA 7) editado por Santi Navarro (NO BANDA y ESCOLA JOSO en Bracelona, abril de 2007).



L´Escola de Cómic JOSO lleva un cuarto de siglo dedicada a la enseñanza del noveno arte. Se dice pronto. Veinticinco años consagrados a mostrar a miles de jóvenes las posibilidades infinitas de la historieta, un medio aún hoy denostado culturalmente. No es una empresa altruista la de sus responsables: por supuesto, la Joso es un lucrativo negocio que va viento en popa. Sin embargo, sería injusto no destacar por encima de todo la inmensa calidad humana del director, profesores y personal de secretaría a lo largo de estos años.
Los alumnos de l´Escola de Cómic Joso provienen principalmente de Barcelona, pero los hay de otras provincias españolas, e incluso del extranjero. Chicos y chicas que han encontrado aquí un lugar único donde poder desarrollar sus aptitudes para crear tebeos (una oportunidad que las escuelas de “bellas artes” no solo no contemplan, sino que desprecian de forma insultante).
En las páginas de este especial NOBANDA os reencontraréis con algunos jóvenes autores ya incluidos en el número anterior, aunque también tendréis ocasión de deleitaros con los trabajos de otros creadores no menos interesantes. Unos ya empiezan a labrarse un futuro con obras publicadas en territorio nacional o en países como Francia y Estados Unidos; otros ponen toda su pasión y empeño en publicar ese primer trabajo que les dará a conocer.
Todos los autores aquí incluidos fuimos algunos lo son todavía alumnos de la Joso. Todos hemos vivido un pedazo de esos veinticinco años de trayectoria descubriendo nuevos autores, forjando amigos para siempre, creciendo como artistas trazo a trazo, visitando Angoulême con la carpeta bajo el brazo… Experiencias, en definitiva, que no puede homologar ningún diploma de la Generalitat.

(En memoria de aquellos profesores que ya no están entre nosotros y tanto nos dieron).

R A U L E




Texto 1- Para Oriol Hernández:

Egara siempre ha existido en la mente enferma de Oriol Hernández. Hay cientos de bocetos en libretas y folios sueltos que dan fe de ello. Una ciudad decadente en la que sobrevivir es el mayor reto de sus habitantes, un lugar donde el ambiente irrespirable y opresivo no deja espacio para la esperanza.
De acuerdo, es posible que hayáis visitado muchos lugares así en el cine, en libros o en otros tebeos, pero os aseguro que no habéis estado en Egara. Si echáis un vistazo a las ilustraciones de este chaval de 25 años, no querréis otra cosa que sumergiros en la miseria y podredumbre de los suburbios de su ciudad.

Cuando Oriol se vio libre de sus labores en el campo de la animación (Nocturna y Donkey Xote), se puso en contacto conmigo con la idea de comenzar un proyecto para el mercado franco-belga. Tenía un mundo creado por él y quería que yo cogiera ese mundo, lo pusiera patas arriba y que al finalizar la historia todo quedara como estaba.
La verdad es que me lo ha puesto muy fácil. Cada ilustración suya contiene una historia y su paleta de colores realmente me inspira a la hora de dar forma a las ideas. Sumemos a esto que resulta del todo imposible llevarse mal con él y comprenderéis por qué deposito tantas esperanzas en la viabilidad de este proyecto.



Texto 2- Para Víctor Ibáñez:

Un guionista siempre está a la caza y captura de buenos dibujantes. En el área de Barcelona hay muchos y muy buenos, jóvenes y no tan jóvenes, pero casi todos están metidos en proyectos propios –solos o con otro guionista- o se dedican a la publicidad, o a la animación… En definitiva, que no es tarea fácil hallar a alguien que se comprometa en firme a dibujar tus paranoias mentales.
Y es por eso que mi camarada Roger Ibáñez, sabedor mejor que nadie de mis problemas a la hora encontrar dibujantes, me puso sobre la pista de uno que le llamaba especialmente la atención:
“Se llama Víctor Ibáñez y dibuja en la Mister K (El Jueves) un personaje llamado Lorena Jones, con guiones de Santi Arcas. No pierdes nada por preguntarle si tiene tiempo para comenzar un proyecto contigo”.

No lo pensé dos veces. Me compré un ejemplar en el primer quiosco que encontré y quedé prendado de su estilo de inmediato. Aunque Lorena Jones era puro cartoon (y lo que yo quería proponerle era en plan realista), estaba clarísimo que aquel tío podía dibujar lo que le echasen. Me puse en contacto con él, me aseguré de no entrometerme en el camino de ningún otro guionista que se me hubiera adelantado, y al fin decidimos colaborar juntos.
El proyecto que desempolvé del cajón de mi escritorio fue Zany LaBelle (una detective de policía tan rarita como los casos que le toca resolver).
Fueron muchos meses de trabajo en los que no sólo teníamos lidiar con cada viñeta del proyecto; lo que más costó fue “armonizar” nuestras chocantes personalidades. Y me satisface decir que, al menos desde mi punto de vista, ha merecido la pena.
Zany LaBelle no llegó a prosperar, pero sirvió para que un editor de DC le echara el guante a Víctor. Tras un número de Spoiler con guión de Chuck Dixon, y alguna portada, actualmente se encuentra dibujando una novela gráfica junto al aclamado Andy Diggle. Sabiendo que llegó a pensar seriamente en hacerse Mosso d´Escuadra, me enorgullece tener algo que ver en este final feliz.



Texto 3- Para Sagar Fornies:

Cuando hace años me compré Los fisgones (Dude) aún no conocía a Sagar -tampoco a Sergi Álvarez, el guionista del tebeo y otro gran amigo- pero ya entonces me cautivó el arte de ese chaval de nombre imposible que hacía dibujos animados en vez de cómics. Más tarde llegarían Stoerkodder (Dude) y Bajo la piel (Astiberri), ambos con historias de Sergi, que no hicieron sino confirmar su talento para narrar historietas.

Hará cosa de un par de años, Sagar y yo nos embarcamos en un proyecto con la vista puesta en el país vecino (Portugal no, el otro de más arriba). El resultado de nuestra colaboración fue Jerome Delaquay: las desventuras de un prestigioso ocultista que lidera un variopinto grupo dedicado a investigar sucesos paranormales a lo largo y ancho del planeta.

Mientras intentamos que alguien nos haga caso con el proyecto, Sagar no para quieto. Las pocas horas libres que le deja su trabajo en el estudio de Mariscal las dedica a dibujar como un poseso. Cuando le da la vena se va al Zoo a inmortalizar a sus semejantes los gorilas y otros animalitos de Dios. Actualmente tiene en marcha proyectos junto al novelista Andreu Martín, una segunda parte de Bajo la piel con su infatigable Sergi Álvarez y mil historias cortas para todas las revistas inimaginables. Con este todoterreno, las 24 horas del día jamás dieron tanto de sí.



Texto 4 para Roger Ibáñez:

Quienes conocemos bien a Roger Ibáñez y seguimos de cerca su trabajo sabemos de sus inquietudes artísticas, aspiraciones y sueños por cumplir. Han tenido que pasar más de 15 años desde aquellas primerizas páginas en el fanzine GÑ! para que uno de los dos sueños de su vida se hiciera realidad: publicar en el mercado franco belga.
Cualquier dibujante que lo haya intentado sabe de la dificultad de abrirse paso en Francia o Estados Unidos, pero en el caso de Roger bastaba con echar un vistazo a sus páginas para ver que sólo era cuestión de tiempo que un avispado editor le fichara. El ansiado momento llegó y supongo que no hace falta decir lo mucho que representa para mí acompañarlo de la manita en tan fantástico viaje.

A la hora de crear un proyecto para Dargaud, decidimos abandonar por un tiempo el rollo intimista que veníamos haciendo y apostar por un personaje con carisma que se viera envuelto en mil y una aventuras: un personaje que nos permitiese vivir de rentas en una isla paradisíaca el resto de nuestras vidas.
Y con tan noble propósito nació Jazz Maynard, un tipo que sólo desea que lo dejen tranquilo (algo que Roger y yo no vamos a permitir, por supuesto). En un principio, las correrías de Jazz y sus colegas transcurrían en los suburbios de Marsella, aunque al final nos decantamos por el Raval de Barcelona. Y fue una buena decisión. Es más, diríamos que la elección del lugar (tan exótico para franceses y belgas) resultó determinante para que aceptasen nuestro proyecto.

El caso es que, al día de hoy, sólo faltan cuatro meses para sacar el tercer número de Jazz Maynard y ya hemos comenzado con el cuarto. Las ventas van viento en popa, más países se animan a publicar nuestro trabajo y los lectores empiezan a saber quiénes somos. ¿Qué más podemos pedir?

Ah! Para los más curiosos, Roger también ha visto cumplido el otro gran sueño de su vida; vive con ella en Premià de Mar.

Raule




-Relato negro para ZONA JOSO

La bala le entra por el ojo izquierdo…

Comisaría de los Mossos d´esquadra del Raval, Barcelona. Sala 2 de interrogatorios.
Hace un día de primavera exageradamente caluroso y el aire acondicionado de todo el edificio está de huelga. El teniente Sierra sienta su orondo trasero cincuentón en el borde de la única mesa que preside la habitación. La mesa, metálica y sin aristas, es demasiado vieja y apenas refleja en su superficie el rostro del sospechoso, un tipo con pinta de pulcro agente inmobiliario que no aparenta sus cuarenta y tantos.
—Buenas tardes, “Gafitas”. Soy el teniente Sierra.
—Me llamo Arturo Huertas —responde insolente el detenido.
—Te llamas “Gafitas”.
La mano derecha de Sierra, el joven sargento Roig, entra en la sala con su perilla sin bigote y una alopecia galopante ahogada en gomina. En su mano derecha lleva un par de folios grapados. El detenido está sentado tieso como un palo y con los brazos apoyados sobre la mesa, esforzándose por disimular lo mucho que le aprietan las esposas.
—¿Eso es todo lo que tenemos? —se sorprende Sierra.
—Ni siquiera una puta triste multa de tráfico, teniente.
—Así que “Gafitas” es un buen ciudadano. Un vecino ejemplar al que hemos pillado in fraganti enterrando el cuerpo de una zorra en Collserola.
—Se llamaba Marta, agente —susurra altivo el sospechoso—. Un poco de respeto por los muertos.
—Y me juego el alma a que eres el malnacido que nos ha llevado de cabeza los últimos dos años —dice Sierra a un palmo de la cara del sospechoso. Vamos a probar que estás detrás de las desapariciones de al menos siete chicas, dos de ellas menores.
—¿Siete? —espeta el detenido con evidente sorna.
—¡Siete, cabrón! —Roig se sulfura— ¡Siete chicas estranguladas y enterradas desnudas bocabajo! ¡Borra esa puta sonrisa de tu cara!
—Déjense de truquitos de academia “del buen interrogador”. Saben que no estaban desnudas.
—Cierto —el teniente trata de no perder la calma—. Todas llevaban zapatos rojos de tacón. ¿Qué más quieres contarnos, “Gafitas”?
—Me están infravalorando, agentes.
—¡Confiesa de una puta vez, gilipollas! —grita el sargento entre salivajos.
—Deberían hablarme con más respeto —dice el detenido sin perder la compostura—. Pronto acapararé portadas y saldré en todos los diarios. Y gracias a mí también ustedes tendrán sus minutos de gloria. Qué calor, ¿no podrían traerme un vaso de agua fresquita?
—¿No prefieres un gin-tonic? —bromea Sierra—. Luego te lo trae el sargento con unas olivitas, pero antes tienes que contarnos algo.
—Aún no tenía previsto que me cazaran, la verdad. Pero tampoco se atribuyan el mérito, simplemente fui descuidado. Hasta ahora todo había sido tan fácil…
—¡Por mis huevos que vas a decirnos dónde enterraste a las otras seis!
—Calma, sargento. Continúa, “Gafitas”.
—Me llamo Arturo Huertas. Aunque la prensa me apodará “El asesino de las 100 doncellas”, o algo igual de sensacionalista. Bueno, tendrán que redondear, ya que por culpa de ustedes me he quedado a dos de la cifra que me propuse hace trece años.
Sierra y Roig se miran. Si alguien les pinchara probablemente no sangrarían.
—Creo… creo que no te hemos entendido bien… —musita Sierra.
—Claro que me han entendido —afirma el sospechoso abusando de su sonrisa—. Tengo una Moleskine de tapas rojas en mi caja fuerte. En ella he anotado todos mis “movimientos” de los últimos años. Los nombres de las chicas, la fecha de su muerte y el lugar donde las enterré. Ya saben dónde vivo, agentes. El número de la combinación es 16, 20, 25, 25, la edad de mis primeras cuatro víctimas. Es sólo una copia. La original la guardo en un apartado de correos que sólo yo conozco.
—Roig…
—¿Sí, teniente?
—¿Ha tomado nota? Creo que Prieto patrulla hoy por esa zona. Dígale que compruebe todo lo que nos ha contado esta futura celebridad.
El sargento Roig sale de la sala de interrogatorios sin dejar de taladrar con la mirada al detenido.
—Este oficio te enseña muchas cosas, “Gafitas”, algunas buenas, no creas. Por ejemplo, sé cuando alguien me miente. Y tú no estás mintiendo. Lo que nunca he podido llegar a entender es por qué los enfermos como tú hacen lo que hacen.
—No hay que buscar explicación a todo, agente. Lamento informarle que no arrastro ningún trauma infantil ni nada parecido. Eso sí, tengo tres masters en empresariales y cada sábado visito a mi madre enferma de Alzheimer en la clínica exclusiva que pago religiosamente todos los meses. Confío en que se ocuparán de ella mientras estoy internado en un centro psiquiátrico. Dios, este calor es insoportable —el acusado se seca el sudor de la frente con el brazo.
—Tus víctimas eran auténticas bellezas, casi modelos, pero ninguna sufrió abusos sexuales. Las peinaste a todas antes de enterrarlas, como si fueran muñecas —el teniente se toma unos segundos y se acerca al oído del detenido—: Creo que sí escondes algún episodio oscuro, “Gafitas”. Y de los gordos.
—Ya he hablado suficiente, agente —titubea el sospechoso—. Si quiere saber más, tendrá que esperar a la publicación del libro que pienso escribir. Ya tengo el título: “Huertas: un viaje a la mente del mayor asesino en serie de España”. ¿Qué le parece?
—Demasiado largo.
Sierra abandona la sala y toma ansioso una bocanada de aire, cual buscador de perlas que por fin sale a la superficie tras la inmersión. Para colmo, la máquina de refrescos está averiada, por lo que el teniente decide combatir el calor con más calor y saca un cappuccino de la máquina que hay al final del pasillo. Cuatro suboficiales y tres agentes de patrulla le saludan al pasar, pero él ni se da cuenta, absorto en el fondo del vaso de plástico, buscando quizás algo de claridad en el poso del cappuccino aguado. Siete minutos después entra de nuevo en la sala de interrogatorios.
El sargento Roig y su ridícula perilla entran instantes después, más calmados que cuando se fueron.
—Rodríguez y Prieto tienen la libreta en su poder —dice Roig mirando al sospechoso, que sonríe satisfecho—. Ahora mismo la traen. Parece ser que este hijo de la gran puta no ha mentido.
—Y supongo que nadie sabe que han estado allí —responde Sierra.
—Tranquilo, teniente, la llamada no ha pasado por centralita.
—No sé qué diablos están tramando, pero he cooperado —interrumpe el detenido—. ¿Cuándo pasaré a disposición judicial?
—Las cosas no funcionan así, ¿verdad, sargento?
—Ya lo creo que no.
—Si todo lo que dices es cierto, “Gafitas”, y eso parece, dejarías en muy mala situación al cuerpo de policía. La prensa, los políticos, los familiares de las víctimas, la gente de la calle se nos lanzaría al cuello. Quedaríamos como unos inútiles, seríamos el hazmerreir de los demás grupos policiales del país, de Europa…
—¡Del puto mundo entero! —dice Roig señalando al acusado.
-Gracias, sargento. Del mundo entero. Además, para corroborar tu declaración deberíamos desenterrar a casi cien víctimas e identificar sus restos, lo cual significa pedir efectivos policiales y forenses a otras comunidades, montañas de papeleo… Y si algo nos sobra en esta comisaría es trabajo. Se me ocurre algo más sencillo, “Gafitas”: Voy a sacar ahora mismo el arma y te voy a volar la cabeza.
—Quiero un abogado…
—Je,je. Ahora quiere un puto abogado —se mofa el sargento.
—No va a hacer eso… —le tiembla la voz al sospechoso—. No va a arruinar su vida con algo así…
—¿Mi vida? —Sierra se afloja el nudo de la corbata, se la quita sin prisas y la guarda en el bolsillo de la americana—. Como mucho arruinaré este traje. Intentaré contener la risa cuando les relate a mis superiores cómo le quitaste la pistola al sargento en un descuido y me apuntaste con ella. “Dios mío, todo ocurrió en segundos. Se trataba de su vida o la mía”. Cuando desenterremos a tus víctimas, bastará con las últimas siete u ocho, verán la clase de escoria que eres y archivarán el caso en apenas unas semanas.
—Puede que incluso nos condecoren, teniente, jajaja.
—¡Son policías! —el detenido intenta levantarse—. ¡No pueden hacerme esto!
—¡Siéntate, gilipollas! —grita Roig mientras lo sienta de nuevo agarrándolo por el hombro.
—Por eso podemos, “Gafitas” —susurra Sierra—: porque somos polis.
El teniente Sierra saca su arma reglamentaria y la amartilla frente al detenido. Luego le pone el cañón en el ojo izquierdo, rozando las pestañas.
—Se acabó el interrogatorio —sentencia Sierra.
—¡Dios, qué peste! —el sargento se tapa la nariz con la mano— ¡El muy cabrón se ha cagado encima!
—¿Algo que añadir a tu declaración, “Gafitas”?
—Me… me llamo Arturo Huertas.
BLAM!
La bala le entra por el ojo izquierdo

…y abandona la escena del crimen por el cogote.

R a u l e





-Texto + prólogos para cuatro dibujantes excelentes en el NOBANDA 5- ESPECIAL AUTORES JOSO editado por Santi Navarro (NO BANDA y ESCOLA JOSO en Bracelona, junio de 2006).



Ah, qué tiempos aquellos. Guardo magníficos recuerdos del curso y pico que estuve en la Joso. Fue allá por el 89, creo, y por aquel entonces estaba situada en la Gran Vía, junto a Plaza Universitat. Aunque yo era de los que pasaba más tiempo en los salones recreativos que dando clase, intentaré explicar algo que demuestre mi breve paso por la Joso.
Empecemos por el principio. Tengo 34 años y escribo cómics que firmo como Raule. Pero no siempre fue así. Cuando me apunté en la Joso yo no tenía 34, y tampoco soñaba con ser guionista: ¡Por mis huevos que voy a ser dibujante de tebeos! ¡El arte divino de San Frank Miller guiará mis pasos! Obviamente, aquel sueño duró menos que Carlos Sainz en el Dakar. Si para algo le sirvió la Joso a un negado como yo fue para darme cuenta de que, con mucho esfuerzo, quizás, solo quizás, llegaría a ser un dibujante del montón. Lo del mucho esfuerzo no iba conmigo, así que decidí dedicarme a contar historias en lugar de dibujarlas. El problema es que por aquel entonces la Joso no impartía cursos de guión y opté por largarme.
Me metí en otras historias, pero aquella época en la Joso siempre ha ocupado un lugar privilegiado en mi memoria. Las clases del cachondo Leandro Blasco, algunas de José Luis Losilla y las charlas sobre tebeos con Josep Mª Polls (puede sorprender, pero recuerdo que la gran mayoría de mis compañeros de clase no leían cómics, y otros ni coleccionaban ni estaban al tanto de lo que salía al mercado. Es más, había un tal Didac que ni siquiera quería dedicarse a los cómics. ¿Qué diablos hacía allí?). Evoco con cierta nostalgia la visita que hicimos a un faro un día nublado de verano. Se trataba de una excursión programada en un cursillo que impartía Mike Ratera. En aquella salida conocí a dos grandes personas humanas, Rubén Lardín y Albert García, amigos que aún tengo el honor de conservar, aunque al mequetrefe de Rubén solo lo vea de uvas a peras (a intervalos, que diría él).
Gracias a la parada de mercadillo que tenían mis tíos Gaspar y Mano, desde muy tierna edad tuve la oportunidad de leer todos los cómics que se editaban en España (bueno, casi todos). Ello me convertía en un jodido listillo que lo sabía todo sobre cualquier autor, título y personaje. En la Joso no había ningún compañero de clase que se acercara a mi vasta erudición y aquello me hacía sentir la ostia de bien, para qué negarlo. Hasta que conocí a Juan carlos. Él conocía todo lo que yo había leído, pero además se compraba mogollón de álbumes a los que yo, por razones económicas (apenas podía pagarme mis clases en la Joso), no tenía acceso. Calvin, así es como le llamamos ahora, me descubrió muchos nuevos autores y me dejó la obra de otros a los que solo había sobrevolado. Intercambiábamos cómics, libros y música, en una relación que hoy, dieciséis años después, permanece intacta e inquebrantable. Con Calvin y algunos alumnos más hice mi primer viaje (y ya van tres) a Angoulême, otra de las razones por las que guardo tan buenos recuerdos de mi ciclo en la Joso. Año 90, ilustración de Petillón en el cartel del festival, Joso soltando chistes malos en el autocar, maese Moebius caminando por el recinto como Peter por su casa, estreno de la peli del Castigador con el pétreo Dolph Lundgren, inauguración del museo de la historieta, … son tantas y tantas las experiencias que uno vive allí y la gente estupenda que conoce, que no me canso nunca de recomendar una visita a la capital europea del cómic al menos una vez en la vida. Los aficionados al noveno arte alucinarán y lo que no lo son tanto disfrutarán de una bellísima ciudad.
Acabo ya la parrafada sentimental, no sin antes aprovechar la oportunidad que me ha brindado el amigo Santi de escribir estas líneas, para agradecerle a Joso X, Polls Logan y a todo el equipo de la Patrulla Joso, su labor en pro de la historieta y formación de jóvenes talentos. Sé que para ellos esta aventura es algo más que un negocio con el que ganarse la vida. Un fuerte abrazo.

Raule





-Texto para el NOBANDA 4- MÁS QUE FANTÁSTICOS, monográfico de Daniel Acuña, editado por Santi Navarro (Barcelona, marzo de 2006).




Debo empezar diciendo que no conozco personalmente a Arcas y Acuña. Y espero que siga siendo así de por vida. Dos tipos que crean a una pareja de actores mediocres, escapistas, o lo que diablos sean, formada por un dinosaurio y un payaso no pueden ser muy de fiar.
Hace años que La Cúpula comenzó a editar las primeras aventuras de Claus & Simon, y ya entonces me indignó sobremanera el atrevimiento de aquel par de jóvenes autores. Lograban por fin algo tan difícil como es publicar en una buena editorial, y lo hacían con… ¡un dinosaurio y un payaso! ¡Por Tutatis, estos romanos están locos! Pensé que ni de coña les publicarían un segundo número, que el batacazo sería de órdago ¡Bienvenidos a la cruel realidad, pimpines!
Pero las historias se fueron sucediendo. Yo he ido comprando todo Claus & Simon, lo reconozco, pero simplemente por pura incredulidad. Sí, los guiones son divertidos, bien narrados y con unos diálogos fluidos y muy bien escritos: ¿y qué? De acuerdo, es obvio que el dibujante sabe mover a sus personajes y que domina un rato largo de anatomía y perspectiva: ¿y qué? Todo eso no significa un cuerno. El hecho de que Arcas y Acuña hayan dado muestra sobrada de que dominan el arte del cómic no es indicativo de que deban tener el éxito asegurado.
Aunque yo estoy tranquilo. El tiempo siempre pone las cosas en su sitio. Tarde o temprano, los lectores de Claus & Simon se darán cuenta de lo irracional de su fanatismo, comprenderán lo absurdo de seguir con devoción las tribulaciones de un dinosaurio con gabardina y un bucólico tipo con cara de payaso. Y cuando esto suceda, allí estaré yo para ver la caída, con el último C & S recién comprado en las manos (incredulidad, ya saben). Ese día el mundo recobrará el sentido y yo podré gritar satisfecho a los cuatro vientos: ¡¿Qué os pensabais, pimpines!

Con admiración y cariño,

Raule





-Texto para el NOBANDA 1- BLANCO Y NEGRO, monográfico de Roger Ibañez, editado por Santi Navarro (Barcelona, noviembre de 2004).



Roger es mi amigo.
(Ante tal afirmación sobra cualquier cosa que pueda añadir. Si empiezo a desglosar sus virtudes como dibujante y persona, creerás, paciente lector, que exagero, si por el contrario lo pongo a parir puedes pensar que aún me quedo corto. Por lo tanto me callo. Sí, creo que será lo mejor. Estoy seguro de que Santiago Navarro comprenderá mis motivos para que este texto quede en esa primera frase. Después de todo, ¿quién soy yo para hablar de Roger? Solo un buen amigo. Él jamás hablaría de mí, mal, quiero decir. ¿O quizás sí? Porque ahí donde lo veis, aspecto tímido, escudado tras las gafas y la barba, el chico tiene un genio que se las trae. Un momento, ¿qué estoy haciendo? He dicho que no pienso hablar de él. Santiago Navarro podría haberme pedido un texto sobre Ghandi o Asia Carrera, pero no, tenía que ser sobre Roger Ibáñez. Pues lo siento. Yo paso).



Santi,
Ya te vale, tío. Menudo marrón me has intentado colocar. Si el texto no te acaba de convencer podemos hacer una cosa, más que nada para no sentirme culpable por dejarte tirado. Yo te doy algunos datos sobre Roger y tú redactas el artículo. Quedará mucho mejor desde tu punto de vista, más imparcial. No hace falta que me menciones, lo firmas tú, ¿qué te parece? Oye, y no me vuelvas a hacer esto o te romperé las piernas. Toma nota:
• Con sólo diecisiete años, Roger Ibañez sale de la Escuela de cómic Joso sabiendo todo lo que podían enseñarle (no menciones la expresión niño prodigio, la odia).
• Tras algunos pinitos con historias de humor, prueba con la estética manga imperante, época Dragon Ball, imitando con algo más que destreza el estilo de cuanto autor japonés se le pone delante (puedes comentar que por aquel entonces ningún otro joven autor español le hacía sombra en ese terreno. No, mejor olvídalo, alguien puede molestarse).
• Tiene que ganarse las habichuelas, así que comienza a dibujar manga erótico para Penthouse Comix (prácticamente aquí comenzó mi colaboración con él).
• Cada vez disponíamos de mayor libertad creativa, así que nos fuimos distanciando del estilo manga y erótico. Roger, encantado, demostró de nuevo su versatilidad. Por mucho que cambie de registro siempre reconoces un dibujo suyo (a eso se le llama estilo).
• Responsables de la editorial franco belga Dargaud visitan el salón del cómic de Barcelona y quedan prendados de su dibujo (yo voy en el lote y, sorprendentemente, acceden a contratarme también).
• Al día de hoy, Roger está inmerso cien por cien en ese proyecto que estamos a punto de finalizar y que nos abrirá las puertas del mundo mundial (o nos devolverá a las catacumbas, osease, al desarrapado mercado español).
Santi, puedes intercalar entre tanto dato algún apunte divertido sobre su personalidad, para evitar aburrir al lector, ya sabes:
• Roger no puede evitar las lágrimas cuando ve “Cinema Paradiso”. Es excesivamente sentimental.
• Es muy amigo de sus amigos… y puede ser muy cabrón con quien no lo es.

***
NO BANDA en UI AR DE JAPIS .

ESCOLA JOSO.